CAPÍTULO 104IGNACIO Ya lo sabía. En el fondo de mi corazón, desde hacía meses, lo sabía.Los médicos podían disimular con palabras cuidadosas, Monserrat podía llenarse de esperanzas cada vez que un valor salía un poco mejor, pero yo conocía mi cuerpo, lo sentía apagarse poco a poco. No lo decía en voz alta porque no quería ser cruel, pero sabía que el final estaba cerca.Me propuse una sola cosa: dar mi mejor cara. No iba a permitir que mis últimos recuerdos fueran de tristeza o de miedo. Quería que Monserrat me recordara sonriendo, aún en la adversidad, caminando a su lado aunque fuera despacio, aunque cada paso me costara más que el anterior.En estos meses puse mis cosas en orden. Hablé con mi abogado y dejé todo claro: Monserrat sería mi heredera. Ella recibiría mis regalías, mi porcentaje en la empresa familiar, y lo poco o mucho que pudiera asegurarle para su futuro. Cuando se lo conté, me rogó que reconsiderara, que dejara eso a mis hermanas. Yo solo negué.—Amor —le dije—, e
Leer más