Antes de que pudiera decir cualquier otra cosa, él avanzó. Sus brazos la envolvieron con urgencia y sus labios chocaron con los de ella en un beso posesivo, crudo, hambriento. Entró, cerrando la puerta con un suave empujón de pie, y la levantó en brazos. Celina, instintivamente, enroscó las piernas en su cintura, sus manos aferrándose a los anchos hombros. Thor caminó hasta presionarla contra la pared más cercana, sin romper el beso. Era deseo mezclado con rabia, con añoranza y con algo más denso que ninguno de los dos conseguía nombrar.Ella intentó hablar, jadeando entre un beso y otro:—Thor… ¿estás borracho?Él la silenció con un beso aún más voraz, como si quisiera borrar recuerdos y reclamar para sí cada parte que imaginaba tocada por otro. Cuando sus labios se separaron un instante, Celina susurró, casi como un lamento:—Thor, tenemos que hablar…Pero él no parecía dispuesto a escuchar. Sus labios descendieron hasta el cuello de ella, explorando cada centímetro con besos húmedo
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