La pista de baile vibraba con luces de colores, la gente se movía al ritmo de la música animada, las carcajadas se perdían entre el ruido, las conversaciones se diluían en el bullicio. Celina estaba allí, presente, bailando junto a Gabriel, Zoe y Arthur, pero su mente estaba en otro lugar. Sus movimientos seguían el compás, pero su corazón latía a un ritmo propio, inquieto, como si anunciara que algo estaba a punto de suceder.Entonces lo sintió. Un escalofrío recorrió su espalda como una corriente eléctrica y un calor conocido se expandió por su cuerpo cuando unos brazos firmes rodearon su cintura por detrás. El corazón, traidor, se desbocó con la fuerza de un trueno. El perfume… ese perfume. Inconfundible. Amaderado, envolvente, nostálgico. Su respiración se quebró, y supo. No necesitaba ver para saber. El corazón no miente. El cuerpo recuerda. Porque el amor no avisa, simplemente se impone.Se giró lentamente, como si el tiempo se hubiese detenido, como quien ya conoce el destino y
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