Sintió que el goce arreciaba y se dobló más, apretando sus glúteos contra el miembro duro y enorme que la ceñía y parecía pulsar. Tanta excitación debía doler, pensó ella, preocupada de que él no recibía nada y ella concentraba todos sus esfuerzos.—Ahhhh—gimió al notar que él daba más velocidad a sus dedos y su p#$& se colaba por la raja de sus glúteos, deslizándose en una caricia sensual y ardiente.—¿Quieres más? ¿Quieres correrte otra vez?—resolló él.—¡Si, sí, dame todo lo que tienes!—gritó.—Quiero un clímax más largo que el anterior, Sharon. Si lo logras, tendrás mi p#$& en tu centro deslizándose húmedo y caliente, llenando tu centro, empujándote. ¿Quieres eso, Sharon? ¿Es eso lo que deseas?—Sí, quiero eso, quiero todo—gritó ella, cimbrándose y temblando sobre los dedos que la poseían sin parar, tocando un punto que sabía existía en su interior, el famoso punto G que más parecía un fantasma o una leyenda urbana, pero que él encontró sin dificultad.Las paredes de su centro, su
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