Kira apartó la mirada. Su respiración era un poco más rápida de lo normal, como si esa simple pregunta hubiese abierto una puerta que no quería cruzar.—No es asunto tuyo —espetó, más a la defensiva de lo que quiso sonar.Julian se arrepintió al instante. Se pasó una mano por la nuca, incómodo.—Tienes razón. Perdón. Fue una indiscreción.Kira suspiró, sentándose en la orilla de su cama. El silencio volvió, pero esta vez no era tenso, solo denso. Julian no se movió.—Solo... —continuó él, más suave—. No quise incomodarte. Solo me pareces una mujer increíble. Eres guapa, divertida, te preocupas por tu hermano como una leona... Y, bueno, insultas como un camionero —sonrió, refiriéndose a la noche anterior.Kira no pudo evitar reír, bajando un poco la guardia.—Eso sí. Me sale natural.—Lo noté —dijo Julian, sonriendo.El ambiente cambió. Algo se suavizó entre ellos. Entonces Kira bajó la mirada y habló, sin mirarlo.—Soy ilegal.Julian frunció el ceño, sin comprender al principio.—¿Ile
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