Damián conducía con firmeza, su mirada fija en la carretera mientras se acercaba a la entrada del bosque. El silencio lo envolvía, pero dentro de él su lobo aullaba impaciente. Apenas llegó, detuvo el auto y lo apagó. Salió, y sin mirar atrás, se adentró en la espesura del bosque.Con un solo movimiento, su cuerpo cambió. Su piel tembló y su lobo salió rugiendo desde dentro. Su transformación fue rápida, precisa. El gran lobo blanco como la nieve levantó su cabeza y aulló con fuerza. Era un aullido que resonó entre los árboles, imponente, poderoso… el de un alfa indiscutible.Damián corrió entre la maleza, veloz como el viento. La luna se filtraba entre los árboles, iluminando su pelaje con un resplandor plateado. Sus patas golpeaban el suelo húmedo con fuerza, anunciando su llegada. Su presencia se sintió de inmediato.Su manada lo sintió…Su Alfa había llegado.Uno por uno, los lobos emergieron entre los árboles, formando un semicírculo a su alrededor. Todos bajaron la cabeza en señ
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