Por un instante, el silencio fue absoluto, como si el mundo contuviera el aliento.—¡Tú… larva insignificante! —gritó Samara, su voz temblando de furia, su compostura resquebrajándose.Leonela, con los ojos brillando de rabia, se acercó aún más, su dedo rozando el brazo de Samara con un gesto deliberado, como si tocara algo repugnante. Samara se estremeció, retrocediendo con una mueca de asco.—Estoy harta de que gente como tú trate a los demás como basura —espetó Leonela, su voz un filo que cortaba el aire.Samara, recuperando el control, soltó una risa burlona, sus ojos destellando con una crueldad que recordaba a otra mujer, una sombra del pasado de Enrique.—Exijo que esta mujer sea expulsada del hotel ahora mismo —dijo, su voz resonando con autoridad—. ¡De inmediato!Leonela, con una calma gélida, esbozó una sonrisa afilada.—No te preocupes —dijo, su tono cargado de desafío—. No hace falta que me echen. Yo solita me retiro.Enrique, mudo, pálido, seguía en shock, su mente un torb
Leer más