—Ya quisieras, pendejo.Donovan solo comenzó a reír, intentando disimularlo con una tos que nadie se creería en su vida. Estaba sonrojado, quizás por los efectos de la sangre o quizás se debiera algo más. No estaba del todo segura, puesto que apenas habíamos conversado un par de vecesY esta era la primera vez que hablábamos sin parecer que nos queríamos sacar los ojos mutuamente. Bueno, quizás yo más que él.—¿Te duele? —cuando me distraje, su mano acarició con cuidado mi mejilla.—No hasta que la tocaste —reprendí, alejándolo de un manotazo.—Tú y yo deberíamos hablar, Juliette —se acercó a mí de todas formas—. Sé que todo esto es complicado, pero necesitamos estar en la misma página.—Al menos déjame acostar a los niños.Se supone que era una orden, pero se oyó más como una súplica. Donovan asintió, elevando las manos en un gesto inocente. Me invitó a salir de la habitación con un movimiento en su cabeza, esperando a que yo saliera primero.Cuando volví a la sala, todo el caos me r
Leer más