El campamento estaba tranquilo, la noche cayendo lentamente sobre el mundo, cubriéndolo con su manto de estrellas. Todos habían comenzado a retirarse a sus respectivos refugios, buscando descansar antes de la siguiente jornada de guerra.Lucía, sin embargo, no podía dormir. Caminaba en silencio entre los árboles, buscando un respiro. Al encontrar a Elena, sentada junto al fuego apagado, su rostro iluminado solo por la luna, se acercó sin hacer ruido.—¿No tienes sueño? —preguntó Lucía, sentándose a su lado.Elena levantó la vista, sonriendo levemente. —Creo que no soy la única con insomnio.Lucía se quedó en silencio por un momento, mirando las brasas frías. Luego, sus palabras salieron con una calidez rara, casi tímida.—He estado pensando mucho en lo que viene después de todo esto. Cuando termine la guerra, cuando todo esto pase…Elena la miró con curiosidad. —¿Qué quieres hacer?Lucía se mordió el labio, dudando un instante. —Amadeo y yo… queremos casarnos.Elena la observó en sile
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