La mañana ha llegado y Kira aún duerme tranquilamente, como si intentara mantenerse lejos del mundo real, atrapada en ese instante de calma.Konstantin no se ha movido en toda la noche. Había permanecido con ella, abrazándola como si fuera una promesa viva, como si su calor pudiera alejar el dolor.Pero ahora la observa. Su mirada no tenía la frialdad habitual, ni el sarcasmo con el que se envolvía para no dejarse alcanzar. No. Ahora era distinta. Era una mezcla de admiración, preocupación y algo más profundo… un anhelo contenido.Se inclinó lentamente hacia ella y la besó en la frente, apenas rozándola. Luego se detuvo. El rostro de Kira cambió sutilmente, como si supiera que él estaba allí y lo aceptara, sin miedo. Cuando abrió los ojos, Konstantin aún la miraba.— ¿Dormiste algo? —pregunta él, con su voz ronca, baja, como si hablar más alto rompiera el momento.—Algo así. Siento que pasó la noche atrapada en una burbuja —susurra ella.—Quiero entenderte, Kira. Pero me cuesta saber
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