Konstantin presionó la mandíbula, con los dedos enredados con firmeza en el cabello de Kira mientras sus caderas traicionaban su autocontrol.No pensé que ella iría tan lejos, tan directo al centro de su orgullo, tan segura de sí misma. Pero ahí estaba… entregada, desafiante, comiéndola por completo y al mismo tiempo dulce veneno entre sus labios.—Kira… —gruñó entre dientes, la voz ronca, casi rota.Ella lo miró desde abajo, con esa chispa de travesura pintada en los ojos grises como si dominara el mundo desde sus rodillas. Como si supiera exactamente lo que provocaba. Y lo sabía.El final fue inevitable.—¡Espera...apártate, maldita mar!Él dejó escapar un gemido profundo, primitivo. Sus dedos temblaron en su melena mientras el placer lo arrasaba. Por un segundo el mundo dejó de existir: solo estaba ella, él, y esa conexión incendiaria que cada vez que quirúrgica, los dejaba tambaleando entre odio, deseo y una entrega desbordante.—¡Carajos... perdón!Kira se incorporó despacio, lim
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