La luna llena se alzaba imponente sobre el claro del bosque, bañando con su luz plateada los rostros tensos de quienes se habían reunido para presenciar lo inevitable. Valeria permanecía de pie, con la espalda recta y la barbilla elevada, mientras el viento nocturno agitaba su cabello oscuro. Su vientre, ahora visiblemente abultado, parecía brillar bajo la luz lunar, como si la vida que crecía dentro de ella absorbiera la energía del cielo nocturno.Frente a ella, a escasos metros de distancia, Damián la observaba con ojos que ardían de furia contenida. Su antiguo esposo, el Alfa que una vez la había amado con devoción, ahora la miraba como si fuera una extraña, una enemiga.El silencio que los rodeaba era tan denso que podía cortarse con un cuchillo. Los miembros de ambas manadas formaban un círculo perfecto alrededor de ellos, testigos silenciosos de un enfrentamiento que llevaba meses gestándose.—Finalmente nos vemos las caras, Valeria —la voz de Damián resonó en el claro, profund
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