—¿Qué? ¿De verdad? —susurró Melissa, atónita.Sebastián asintió en silencio. Luego la soltó, pero su mirada se perdió en algún punto invisible, más allá de la lluvia que seguía cayendo.Pensó en Ellyn."Mi corazón se siente roto… ¿Estoy enamorado de Ellyn? ¿O solo la idealicé como mi única salvadora, como la mujer que me rescató cuando creí que perdía todo? No… no fue ella. Fue Melissa. Siempre fue Melissa."Recordó entonces el juramento que hizo a su abuela en su lecho de muerte, con su mano temblorosa aferrada a la suya.“Seré fiel a quien nos salvó, abuela”, le había prometido. “Algún día la encontraré y seré todo lo que esa mujer quiera que sea en su vida.”La abuela solía decir que su salvadora debía ser una gran persona, con un corazón puro para aceptar dar su vida a cambio de la de otros, sin pensar en nada, sin un lazo de amor, y por eso, le pidió que la encontrara, ella merecía ser recompensada. Ellos pudieron morir, y a nadie le importaría porque eran muy pobres, pero una ni
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