Capítulo treinta y cinco. Lo que el cuerpo recuerdaLa madrugada aún no había dado paso al alba, pero el castillo entero parecía contener la respiración. En la habitación donde dormía Liam, Lyra permanecía despierta, sentada al borde de la cama, con la mirada perdida en el niño que finalmente dormía sin ese aura azul.—¿Qué fue eso…? —murmuró, acariciándole el cabello.Ewan, sentado junto a la ventana, la observaba con el ceño fruncido. Sabía que no podía responderle. No todavía.—Va a estar bien —dijo él, sin moverse—. Pero no será fácil ocultarlo por mucho tiempo.Lyra asintió, sin mirarlo. Su corazón no se calmaba. No por la energía mágica. No por el miedo. Sino por otra cosa... que no entendía. Algo que ardía bajo su piel desde hacía días. Algo que acababa de estallar.Se levantó lentamente, con cuidado de no despertar a Liam, y salió de la habitación.Necesitaba aire.Y no sabía por qué, pero sus pies la llevaron al corredor este. El ala donde nadie dormía. Excepto él.— — — — —
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