Capítulo treinta y tres. La reunión del consejo y las sospechas en el castillo.

El Consejo había sido convocado por Maelia al atardecer, pero el rumor ya se deslizaba por los pasillos desde el mediodía. A diferencia de otras veces, no era una reunión para resolver disputas entre manadas o aprobar alianzas. Esta vez, el centro de atención tenía nombre. O mejor dicho, no lo tenía del todo.

Lyra.

La joven no había pedido estar ahí. Ni en el castillo, ni en ese mundo lleno de jerarquías y memorias que no le pertenecían. Ella, su hijo Liam y su guardián Ewan habían sido llevados al castillo por órdenes del mismísimo Rey Alfa Kael. No se les había dado opción. Su presencia era una decisión real. Y, sin embargo, esa tarde la tratarían como si se hubiera colado por una ventana.

Lyra bajó al gran salón con la cabeza erguida y una túnica sencilla. No para agradar. Sino porque no tenía nada que demostrarles.

Kael ya estaba allí, de pie, rígido como una estatua tallada en piedra oscura. Rowan lle