107. Sombras del amanecer
La madrugada aún cubría Umbra Noctis con su manto azul oscuro. La bruma serpenteaba entre los árboles como si tuviera vida propia, y el silencio era tan denso que incluso los pensamientos parecían reverberar en el aire. Raven despertó antes del amanecer, algo inquieto, con una presión extraña en el pecho. Estaba solo en la cabaña que compartía con Kiara; ella aún dormía profundamente, envuelta en las sábanas de lino pálido, con una expresión de paz que contrastaba con el torbellino interno del lobo.Se incorporó, apoyándose en el borde del lecho, observándola durante unos segundos. Kiara murmuró algo entre sueños y se giró, abrazando la almohada. Raven se levantó sin hacer ruido, caminó hacia la ventana y se quedó allí, contemplando la tenue luz que comenzaba a filtrarse entre las montañas.Un recuerdo, suave como un suspiro, se le coló en la mente: Ailén, bajo la lluvia, con los ojos llorosos y la voz rota. No sabía por qué esa imagen venía a él ahora, cuando todo parecía haberse cal
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