111. Allí donde nace la luz
Diez años. Diez años desde que dejó Umbra Noctis atrás. Diez años desde que la oscuridad dejó de susurrarle al oído cada noche.El mar, frente a ella, era vasto y sereno. Las olas rompían suavemente en la orilla de piedra, como si arrullaran secretos antiguos que ya nadie recordaba. Ailén caminaba descalza por la costa rocosa, sus pasos lentos, cuidadosos. Su cabello, más largo ahora, danzaba con la brisa salada, y en su espalda colgaba una cesta de mimbre repleta de hierbas recolectadas.Vivía en una pequeña cabaña de piedra y madera, en lo alto de un acantilado, donde los cielos eran inmensos y las noches estaban llenas de estrellas. Había elegido ese lugar porque no aparecía en ningún mapa, porque allí nadie la llamaba Luna Roja, ni descendiente, ni salvadora. Allí, simplemente era Ailén.El viento fresco la acarició como una vieja amiga. Cerró los ojos y respiró profundo, dejando que la calma se instalara en su pecho.Pensó en Liora. En Rylan. En Lía. En Raven.Pensar en él ya no
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