150. HienaGris64
Pasaron tres días. Tres días de una paz extraña, casi antinatural. La ausencia de Mar había dejado un vacío en la cabaña, pero también había eliminado una fuente constante de tensión. Selene y Florencio se movían en una coreografía de domesticidad forzada que se sentía peligrosamente cómoda. Durante el día, la guerra. Florencio, enclaustrado con su laptop, dirigía su imperio a distancia. Gestionaba la crisis mediática de Blandini, movía hilos políticos, y recibía informes silenciosos de Giménez sobre la búsqueda de Platina, una búsqueda que, como él sabía, no llevaba a ninguna parte. Selene, por su parte, se había sumergido en un entrenamiento físico. Corría por el bosque, trepaba los acantilados, su cuerpo recuperando la fuerza, la agilidad, la resistencia. Cada músculo que ardía era un recordatorio de que estaba viva, de que se estaba reconstruyendo. Por las noches, la guerra cesaba. La cabaña se convertía en su nido, su único refugio. Ya no había dudas ni vacilaciones. Se buscaban
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