Capítulo 5: Lo que no se dice también pesaEl sol se colaba tímido por las rendijas de la persiana, proyectando líneas de luz sobre el suelo de madera. Alejandra parpadeó con lentitud, como si su cuerpo no quisiera despertarse del todo. Durante unos segundos, no supo dónde estaba. Todo parecía demasiado silencioso, demasiado tibio, demasiado… ajeno. Hasta que sintió el calor de otro cuerpo junto al suyo. Se giró ligeramente, y ahí estaba Matías, dormido boca abajo, con una mano extendida sobre el respaldo del sofá y el rostro parcialmente cubierto por su cabello despeinado.Entonces, la realidad cayó sobre ella como una manta húmeda.La noche.El deseo.Los besos desesperados, los gemidos ahogados, los cuerpos enredados en esa mezcla de necesidad y amor retenido por años.Y la culpa, latente como una sombra al amanecer.Alejandra contuvo la respiración. Con movimientos suaves, casi ensayados, recogió su ropa esparcida por el suelo y se vistió en silencio, evitando hacer cualquier ruid
Leer más