AurenLa oscuridad comenzaba a diluirse cuando abrí los ojos. Durante un instante, ese breve momento entre el sueño y la vigilia, no recordaba dónde estaba. Luego sentí el calor de otro cuerpo junto al mío, el peso de un brazo sobre mi cintura, y todo regresó a mí como una ola rompiendo contra la orilla.Kael dormía profundamente a mi lado. Su respiración, pausada y rítmica, acariciaba mi nuca con cada exhalación. Me giré con cuidado para no despertarlo y me permití contemplarlo. Sin la tensión que habitualmente endurecía sus facciones, parecía más joven, casi vulnerable. Las cicatrices que marcaban su piel contaban historias de batallas que yo apenas podía imaginar, pero ahora, en la penumbra de la habitación, no eran símbolos de guerra sino mapas de supervivencia.Deslicé mis dedos por su mejilla, apenas rozándola. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Yo, la hija bastarda del Rey, criada para ser invisible, y él, el comandante enemigo que debía vigilarme. El destino tenía un extraño s
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