La verdad nunca es gratuita. Siempre tiene un precio, y a veces, ese precio se paga con sangre.Sentada en el suelo de la habitación del hotel, con documentos esparcidos a mi alrededor como piezas de un rompecabezas macabro, comprendí que estaba sosteniendo en mis manos algo más peligroso que cualquier arma. La información. El tipo de información por la que la gente mata.—Esto no puede ser cierto —murmuré, aunque las pruebas estaban allí, irrefutables, frente a mis ojos.Los correos electrónicos encriptados, las transferencias bancarias, las fotografías... todo apuntaba a una realidad que me negaba a aceptar: había un traidor en nuestra organización. Alguien que había estado filtrando información durante meses, quizás años. Alguien que conocía cada uno de nuestros movimientos antes de que los ejecutáramos.Froté mis sienes, intentando aliviar el dolor punzante que se había instalado allí. La habitación, aunque espaciosa, parecía cerrarse a mi alrededor. Las paredes beige del hotel de
Leer más