Grecia había salido de la oficina y bajó ansiosa al restaurante para encontrarse con Mercedes. Tenía que contarle la decisión que había tomado, sabía que a partir de ese momento cambiaría el rumbo de sus vidas. —Pensé que jamás te desocuparías —dijo Mercedes, aliviada al verla. —Sí, yo también pensé lo mismo, amiga. Pero vamos a sentarnos a una mesa y ordena que nos preparen el mejor menú, porque tengo que hablar contigo de algo muy importante —respondió Grecia, con un tono de seriedad que hizo que Mercedes frunciera el ceño. —Bueno, la verdad es que tienes mucho que contarme, especialmente lo que pasó con Úrsula. Eso me tiene muy intrigada —respondió Mercedes, con una ansiedad evidente. —Bueno, eso puede esperar. La verdad es que no fue la gran cosa, pero esto que tengo que decirte sí es importante que lo sepas en este momento —dijo Grecia, tratando de contener la tensión en su voz. —¿Qué pasó? Ya me tienes en ascuas. Dime, ¿qué pasa? —¿Recuerdas los planes que tene
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