Guillermo asintió, y los tres se dirigieron de nuevo hacia la mansión. Al entrar, la tensión era inminente. Cada paso que daban resonaba en el silencio de la casa.
—Voy a revisar la cocina —dijo Mercedes—. Matilde podría estar allí.
—Yo revisaré su habitación —dijo Guillermo—. Grecia, ¿quieres que busquemos en su habitación juntos?
—Sí, vamos —respondió Grecia, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Grecia y Guillermo entraron en la habitación de Matilde, el aire estaba cargado de una energía tenebrosa. Abrieron el clóset y efectivamente había un pequeño altar con fotos de Guillermo y Grecia. La vista era perturbadora, especialmente por la muñeca vudú.
—Mira eso —dijo Grecia, señalando el altar—. Esto es lo que Mercedes encontró. ¿Te das cuenta de que teníamos razón? Hay algo muy oscuro en Matilde.
Guillermo se acercó, su expresión se tornó grave al ver la muñeca. La inquietud crecía en su interior.
—¿Qué significa esto? —preguntó, con su voz temblando—. Esto e