Antonio sonrió cínicamente mientras contemplaba la escena frente a él. El destello de una decisión peligrosa cruzó sus ojos. Con un movimiento lento y calculado, sacó su propia arma, apuntándole directamente al pecho de Francesco.Aurora sintió que el corazón se le detenía. Dio un paso hacia adelante, levantando las manos en un gesto desesperado.—¡Basta, Antonio! —gritó, su voz quebrada por el miedo y la desesperación.Antonio ladeó la cabeza, como si considerara sus palabras, y le dedicó una sonrisa aún más cruel.—Claro que sí, basta —dijo con una calma perturbadora—. Pero tú vienes conmigo.Sin bajar el arma, comenzó a caminar hacia ella. Aurora retrocedió instintivamente, pero antes de que Antonio pudiera acercarse más, Francesco se interpuso entre ellos, erguido como un muro humano, desafiante a pesar de su edad.De inmediato, los cinco hombres que rodeaban el salón volvieron a levantar sus armas, apuntando a Francesco y a Aurora. El ambiente se tornó más denso, más irrespirable
Leer más