Aurora despertó lentamente, sus sentidos adormilados aún por el cansancio, pero reconociendo de inmediato el calor que la envolvía. Dante la sostenía entre sus brazos, su respiración profunda y calida vibrando contra su cabello. Durante unos segundos, se permitió disfrutar de esa cercanía, de la seguridad que le ofrecía su abrazo. Sin embargo, algo dentro de ella sabía que él no había dormido casi nada durante la noche. Lo había sentido moverse inquieto, levantarse en silencio más de una vez, como si las preocupaciones le carcomieran el alma.Con extremo cuidado, Aurora se deslizó entre sus brazos, procurando no perturbar su descanso. Dante frunció apenas el ceño en su sueño, pero no despertó. Ella lo observó por un instante, su rostro, que tantas veces había visto endurecido por la tensión y la rabia, ahora parecía vulnerable, joven, casi inocente. El impulso de acariciar su mejilla la tentó, pero se contuvo. No podía permitirse debilidades en ese momento.Desnuda, recogió su bata
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