La cena transcurría envuelta en un silencio tenso. Cada uno parecía encerrado en sus propios pensamientos, en sus conflictos personales, en sus secretos inconfesables.Daniel estaba decidido: esa noche le diría a Victoria que ya era hora de vivir juntos. Había preparado todo. El apartamento estaba completamente amueblado, listo para comenzar una nueva vida a su lado. Además, tenía planeado un viaje de seis meses a Europa, una larga luna de miel donde, según él, podrían disfrutar del amor… en todos los sentidos. Quería tener hijos pronto. El deseo de formar una familia con Victoria lo consumía.Andrés, por su parte, estaba al borde del colapso emocional. Brenda, su pareja, lo vigilaba como si fuera un criminal. Celosa, posesiva, desconfiada, no le daba tregua. Siempre lo interrogaba: “¿Dónde estás?”, “¿Con quién hablas?”, “¿Por qué no contestas?”. Su vida se había vuelto una jaula de cristal.Victoria, en cambio, aunque sonreía con cortesía, tenía la mente en otro lugar: en su padre, e
Leer más