—Ya te fueron con el chisme. Brenda es una zorra que se acuesta con cualquiera. Me enredó fácilmente y caí —dijo Daniel, encogiéndose de hombros.Andrés, quien hasta hacía un momento reía junto a Victoria, ahora mostraba un gesto serio y endurecido.—Hermano, deberías alejarte de esa mujer; no te conviene —advirtió, con voz tensa.—No vivo con ella, no es mi prometida, no somos nada —replicó Andrés, clavándole la mirada—. Ustedes dos deberían quedarse juntos; tienen mucho en común, sobre todo el gusto por hacerle daño a los demás —añadió, con el rostro endurecido por la rabia.Sin añadir más, decidió retirarse. No quería dejar a Victoria sola con Daniel, pero tampoco podía quedarse allí. Ya no le tenía confianza; lo odiaba por todo el daño que le había causado y temía que hiciera lo mismo con ella.—¿Qué tengo que hacer para que me prestes atención como se la prestas a Andrés? —preguntó Daniel, acercándose peligrosamente a Victoria.—He estado un poco ocupada con la mudanza y el traba
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