Al día siguiente El atelier despierta antes que el sol. Las luces blancas, frías, se encienden una por una como si el edificio respirara profundamente antes de abrir los ojos. Las máquinas apresuradas comienzan a sonar, el vapor de las planchas se eleva y el olor a tela recién cortada invade el aire. Afuera, la ciudad todavía bosteza, pero aquí todo late, todo corre, todo exige. Amara está frente al ventanal, brazos cruzados, el ceño fruncido, la silueta recortada por los primeros tonos azules del amanecer. Sophie entra con una carpeta contra el pecho, nerviosa, la cabeza llena de tormentas que no logran disiparse. Sus ojos buscan a Cristóbal. No lo encuentra. Siente un pinchazo incómodo en el pecho. Otra vez esa duda cruel y silenciosa. Otra vez ese fantasma que ella misma creó. Amara gira despacio, como un animal que ha percibido una vibración distinta, un temblor en el aire. Su mirada es afilada, calculada, pero debajo hay un cansancio que no suele mostrar. El mundo entero esp
Ler mais