Me asusté y luché con todas mis fuerzas.Le grité con desprecio:—Mateo, ¡quítate de encima, no me toques, quítate!Pero mis intentos de escapar solo lo enfurecieron más.Los ojos de Mateo se pusieron rojos y llenos de furia, como si estuviera dispuesto a matarme.Él empezó a rasgarme la ropa.Me asusté tanto que comencé a llorar, gritándole sin importarme:—¡Quítate, de solo sentir que me tocas me dan ganas de vomitar, quítate...!—¿Cómo...?Mateo se detuvo por un momento.Me miró fijamente, sus ojos oscuros como un pozo sin fondo, completamente terrorífico.Con un tono de psicópata, me preguntó:—¿Dices que te doy ganas de vomitar?Temblando, lo miré sin poder decir una palabra, completamente aterrada.El hombre que tenía en frente ya no era el que conocía.Seguía teniendo la misma cara hermosa, pero en este momento era más aterrador que cualquier demonio.Comenzó a acariciar mi hombro y, de repente, le salió una risa infernal.—¿Y qué pasa si te dan ganas de vomitar? ¡Aún así tendrá
Leer más