—¡Claro que sí! —dijo Lucy—. Aunque Camila solo es su asistente, el señor Bernard le da más beneficios que a las supervisoras de todo el equipo. ¿Sabes? Ella puede entrar a su oficina cuando quiera, sin avisar ni tocar la puerta. Y lo que más coraje da es que el señor Bernard sí la trata bien. Una vez, cuando ella estaba descansando en la oficina, dijo que quería un postre de una panadería muy famosa… y él mismo fue a hacer fila por más de una hora para comprárselo.
—¿Y tú cómo sabes que estuvo tanto tiempo esperando? —pregunté, sin mostrar nada en mi voz. No me imaginaba a Mateo siendo tan paciente.
Aunque… si en serio quería a Camila, tal vez sí era capaz.
Lucy se quedó callada un rato, como pensando, y luego contestó:
—Eso dice todo el mundo… Es lo que se comenta. Hasta hay quien dice que el señor Bernard y Camila se van a casar. Por eso todos tratan de quedar bien con ella, porque creen que será la esposa del jefe.
Cerré la boca.
Los chismes no salen de la nada.
Si todos lo decían,