Alía estaba furiosa. Aunque sabía que no quería ese matrimonio, también comprendía que era lo mejor para todos. O al menos eso intentaba repetirse una y otra vez para no romperse en pedazos. Pero, por dentro, todo se desmoronaba. Quería llorar, gritar, escapar de esa vida escrita por otros. Su carrera como actriz estaba en su punto más alto; los medios la amaban, los productores la buscaban, y el público la adoraba. Era su momento. Sin embargo, la palabra esposa trofeo flotaba como una sombra sobre su cabeza. Sabía que Samuel jamás le pediría abandonar su profesión, pero también sabía que, al casarse con él, el mundo la vería como algo más que una artista: la verían como “la esposa del magnate”. Intentó hablar con sus padres. Rogó, suplicó, lloró. Nada cambió. La decisión estaba tomada, y su voz no tenía poder. El mundo se le iba de las manos. —¡Hey, Alía, querida! —la voz de Talía, su mánager, la sacó de sus pensamientos—. Esta es la nueva novela que vas a protagonizar. Se t
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