Mi corazón no tiene precio
Pensé que al ser adoptada, al fin tendría una familia. Un hogar. Un hermano. Pero en este mundo, nada es lo que parece. Fui vendida como parte de un trato entre mafiosos. Y quien debía protegerme… fue quien me traicionó. Él, mi hermano adoptivo, siempre me miró de una forma distinta. No como una hermana, sino como algo que podía poseer. Cree que el dinero lo compra todo: mi cuerpo, mi silencio, incluso mi amor. —“Pon los ceros que quieras en ese cheque” —me dijo con arrogancia. Pero yo no estoy en venta. Esta es la segunda parte de Vendida a un mafioso, una historia donde la sangre no define los lazos… y donde el amor, a veces, puede ser la forma más peligrosa de prisión