Niebla y Primavera: Un Vacío Oculta
Al séptimo año de matrimonio, Elena descubre que su esposo tiene un hijo de seis años.
Escondida detrás de los toboganes del jardín infantil, observa cómo Daniel se inclina para alzar a un niño pequeño y jugar con él.
—¡Papá, hace mucho que no vienes a verme!
—Mi pequeño Andrés, papá ha estado muy ocupado. Tienes que portarte bien y obedecer a mamá.
De repente, un estruendo silencioso estalla en su mente. Elena se queda paralizada, sintiendo cómo todo a su alrededor se vuelve blanco, vacío.
Las dos figuras, grande y pequeña, con rasgos tan similares que no dejaban lugar a dudas…
Todo le grita que el hombre que juró amarla por siempre,¡la traicionó hace años!
Crecieron juntos, se amaron por incontables estaciones.
Ella una vez lo salvó, recibiendo una puñalada en el abdomen que le arrebató no solo a su bebé, sino también la posibilidad de ser madre.
En aquel entonces, Daniel se arrodilló a su lado, con los ojos enrojecidos, y le juró:
—¡No necesito ningún hijo! ¡Solo te quiero a ti!
Su voz temblorosa aún resonaba en sus recuerdos… pero ahora, la escena frente a ella reducía aquellos juramentos a polvo.