Traición Bajo la Luz de Luna
Mi familia fue atacada por lobos renegados cuando entramos en su territorio. Mi loba estaba gravemente herida y, al final, fui yo quien salvó a todos.
Cuando me desplomé, agotada, nadie se acercó a mí, en cambio, todos corrieron hacia mi hermana adoptiva, Fiona, preocupados por unos pocos arañazos superficiales que ella tenía. Para cuando los miembros de la manada me llevaron a la enfermería, la curandera dio la cruel noticia: mi loba había resultado herida por una daga de plata y el cachorro de un mes que llevaba en mi vientre no iba a sobrevivir. Sin embargo, mi compañero, Luke, le había dado a Fiona el único tratamiento que salvaba vidas.
Sin tener otra opción, rechacé los remedios de la curandera y alivié el dolor de mi loba con hierbas medicinales, sabiendo que solo viviríamos tres días más. En esos últimos días, lo dejé ir todo. Le di a Fiona todas mis posesiones y el dinero del seguro mientras mis padres sonreían aprobándolo.
Firmé el acuerdo para romper el vínculo con Luke, el cual, sin dudarlo ni un momento, me lo pasó por encima de la mesa. Luke estaba satisfecho, creyendo que yo era considerada.
Por otro lado, Kane, mi hermano, asintió con la cabeza cuando le dije que le diera mi habitación a Fiona. Incluso mi hijo, Jim, chilló de alegría cuando le pedí que la llamara “mamá”.
Nadie se preguntó por qué le daba todas mis pertenencias a Fiona, en cambio, sus miradas de aprobación lo decían todo: “Bien, la vieja Emma ha vuelto”.
Pero a medida que el reloj avanzaba, un pensamiento me perseguía: “Cuando encuentren nuestros cuerpos, el de mi loba y el de mi cachorro no nacido, ¿esa satisfacción se convertirá en arrepentimiento?”