La Fea que Conquistó al CEO
Linda Herrera, de 28 años, curvy y suave en todos esos lugares que la sociedad adoraba criticar, había perdido la cuenta de cuántas citas a ciegas la habían rechazado.
Siempre era la misma rutina: la mirada rápida a su rostro marcado por el acné, el recorrido crítico por su cuerpo redondo y voluptuoso, y luego la sonrisa forzada seguida de una excusa ensayada.
Después del rechazo número treinta y nueve, algo dentro de ella se rompió.
Así que hizo lo único que tenía sentido: ahogó su humillación en vino.
El problema era que Linda tenía la tolerancia al alcohol de un niño pequeño.
Tambaleándose dentro del ascensor del lujoso Skyline 88 Hotel & Restaurant, intentó desesperadamente mantenerse en pie.
Las puertas volvieron a abrirse—y entonces lo vio.
Sebastián Cortez.
CEO multimillonario. Negociador implacable. El soltero más perseguido de Hollywood.
Frío, peligrosamente atractivo, y definitivamente la última persona ante la que Linda quería derrumbarse.
Pero el vino quemó el miedo, reemplazándolo con una valentía temeraria.
Justo cuando él salió del ascensor, ella se lanzó hacia adelante y rodeó su pierna como si fuera un salvavidas, con lágrimas corriendo entre su rímel. De rodillas, lo miró hacia arriba, hipando entre sollozos temblorosos.
“¿Me besarías?” susurró, con la voz quebrada.
“Solo una vez… y entonces podría morir sin arrepentimientos.”