Luna Rota: La Tragedia de una Familia Loba
Mi madre me pidió organizar unas vacaciones familiares. Durante la travesía, mientras evitábamos una zona peligrosa, mi hermana, Linda Castañeda, y yo fuimos atacadas por lobos salvajes.
Para protegerla, me interpuse entre ella y las garras del alfa errante, cayendo en una antigua mina de plata. El golpe me desgarró la espalda hasta el hueso, y mi pierna derecha quedó incrustada con fragmentos de plata. El veneno ardiente empezó a consumirnos a mi loba y a mí.
Mi loba aullaba de dolor. Se estaba muriendo.
Mi madre, la curandera principal de la manada, reunió a todos los sanadores... pero no para mí, sino para Linda. Rápidamente, la rodearon y comenzaron a revisar cada uno de los rasguños superficiales que tenía.
Llorando, le rogué:
—Mamá… el veneno ya casi alcanza mi corazón… no puedo más…
Pero ella volteó, furiosa, gritando con desprecio:
—¿¡Sigues compitiendo con tu hermana en este momento!? ¡¿No entiendes que casi le desgarran la cara con una garra plateada?! ¡No hay lugar en esta manada para una loba tan cruel como tú!
Y en ese instante… escuché el último suspiro de mi loba, despidiéndose de mí.
Con esto, caí rendida en el viento helado, y ya no volví a despertar.