La última ceniza de fuego
El aullido no era de guerra; era el lamento seco de un linaje que se extinguía.
En el mundo de las manadas ancestrales, la fuerza y la sangre lo eran todo los Sol Ceniza habían reinado sobre los Bosques de Obsidiana durante siglos, un faro de nobleza que se creía inquebrantable pero el poder es una espada de doble filo, y la envidia, un veneno lento, el ataque del despiadado Alpha Krag no solo había diezmado a la realeza, sino que había destrozado el corazón de la manada, dejando tras de sí solo ceniza y silencio.
Lyra—la última heredera, la última hija de Faelan—logró escapar gracias al sacrificio final de sus tres hermanos trillizos, cuyo último aliento fue un grito para que ella viviera, criada para reinar en la luz, Lyra fue arrojada a la oscuridad, sobreviviendo solo con la ropa rasgada y el recuerdo de la sangre que empapó el Valle de la Siega.
Ahora, sola y despojada, Lyra no carga con un trono, sino con un juramento: recuperar su tierra, vengar a su familia y castigar a la manada cobarde que la entregó su viaje la lleva a un cementerio de memorias donde encuentra una figura sombría: Kael, el Alpha de la temida Manada de la Sombra de Acero poderoso, frío y temido, Kael no ofrece consuelo, sino un trato, un trato que la condena a un infierno de tensión política y deseo prohibido pues Kael, su mate destinado, está comprometido con otra, utilizando el poder para cimentar una alianza que su instinto lucha por romper, en un mundo donde el destino se ha confundido con la política y la supervivencia, Lyra debe aprender a luchar con garras que nunca usó y a navegar por la traición.