CAPÍTULO 73.
Todos, a duras penas, lograron ponerse en pie, luchando contra la furia del viento que aún aullaba a su alrededor. Ante sus ojos, el cuerpo de Dorian yacía destrozado, su cabeza separada, lanzada varios metros más allá como un macabro trofeo.
El tirano de la manada Shadowfang había caído.
Lina, frágil y luminosa, había sido su perdición.
Ahora yacía en el suelo, inmóvil, como si la vida la hubiera abandonado solo para entregársela al ser que amaba: Kael.
Ese amor, tan puro y desesperado, había despertado en ella un poder que nadie habría imaginado.
Y sin embargo, cuando la verdad salió a la luz —cuando supieron que era hija de Elián Winters—, ya no resultó tan difícil de aceptar.
Un grito desgarrador rompió el silencio: Kael. Fue el primero en llegar hasta ella, arrodillándose bruscamente y tomándola entre sus brazos con una desesperación feroz.
—Lina... Lina, por favor... —susurraba contra su cabello, temblando, buscándola.
Pero ella no respondía. Su cuerpo estaba frío, su pulso ape