Narrado por Karina
El aire olía a libros viejos, madera barnizada y lluvia antigua. El viento de Dublín acariciaba mis mejillas como si también él quisiera contarme historias. Caminábamos por calles adoquinadas, bajo faroles encendidos antes de tiempo. La ciudad parecía un poema escrito en voz baja, con palabras que solo podían entenderse si uno caminaba lento y con el corazón abierto.
Dante iba a mi lado, con las manos en los bolsillos, guiándome por rincones secretos que no estaban en los mapas turísticos. Se detenía de vez en cuando para contarme anécdotas de escritores irlandeses, pero sobre todo para mirarme. Como si quisiera memorizarme, como si supiera que algo importante estaba ocurriendo y no quería que se le escapara.
Nos detuvimos frente a una librería diminuta, escondida entre dos cafeterías, con un escaparate repleto de libros encuadernados en tela, flores secas y una pizarra que decía: Today, your story finds you.
Dante me miró.
—¿Entramos?
Asentí, con los ojos abiertos