Por Pupy
Vi por las cámaras de mi nueva mansión, la llegada de Emma.
Con la seguridad de quién muchas veces desbloqueó algún código de seguridad, o al menos de saber exactamente de que se trataba, pulsó, corroborando con su celular, cada dígito que yo le pasé.
Ella, sin dudas pertenecía a un mundo privilegiado y eso no era algo de unos meses.
Todo era innato en ella.
Estaba muy intrigado por saber de dónde salió, quién era ella.
La discusión con Marcelo alimentó mi sed por saber.
No firmó los documentos.
Sonreí.
Leyó cada renglón y se negó.
Esa negación me decía mucho de ella.
No se deja pisotear.
Era evidente que cualquier persona con dos dedos de frente, leería los documentos y no firmaría nada, aún con abogados y escribanos presionándola.
No quiero confesar que la atracción que siento por ella es mucho más que algo solamente físico.
La vi entrar en mi mansión, no parece impresionada por el lujo desmedido.
No observa las obras de arte, originales, como si estuvieran en un museo.
De