CAPÍTULO 23. ¡No puede ser tan difícil cambiar un pañal!

—¡Ay Dios! —Fue todo lo que salió de la boca de Sammy cuando lo vio abrir los ojos y tratar de sonreír.

Le dio un beso urgente en los labios mientras lo llenaba de lágrimas y él solo pasó un brazo a su alrededor para estrecharla.

—¡No me vuelvas a hacer eso! —lloró ella y Darío besó su frente con suavidad.

—Te lo prometo.

Sammy trató de limpiarse la cara mientras lo miraba bien, como si no pudiera creer que estuviera despierto.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó.

—Me duele. Siento que me dieron una paliza tres rusos de cinco metros… —sonrió—. Pero voy a estar bien, princesa.

—¿De verdad? —Sammy hizo un puchero asustado que derritió al Diablo.

—Te lo juro —le aseguró con una sonrisa—. Gracias por salvarme la vida.

—¡Yo no hice nada, tú me dijiste todo lo que tenía que hacer…! —murmuró ella.

—¡Oye… me sacaste del agua! Y no gritaste «auxilio» ni una vez. Estoy muy orgulloso. Ahora yo también tengo una caballerita de brillante armadura.

Sammy lo abrazó de nuevo y se quedó así con él un larg
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