Luego de ordenar a sus hombres que llevaran a Aldo al hospital más cercano, bajo estricta vigilancia, Asher buscó a Becca. Asher fue en busca de Becca, ella estaba en un rincón, con el rostro desencajado, respirando agitadamente, como si su mente estuviera atrapada en un recuerdo imposible de borrar.
—Liliana… no, Becca —corrigió él, sujetándola de los hombros con dureza—. ¿Así que todo era parte de tu plan? ¿Te divertiste jugando conmigo?
Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Becca. Temblaba como una niña perdida, pero aun así levantó la mirada y lo enfrentó.
—¡No! No es lo que piensas… escúchame, todo tiene una razón, yo…
—¡Basta de excusas! —la interrumpió con un rugido—. Ese maldito de Aldo me lo confesó todo. Tu “amante” ambicioso no solo quería mi fortuna… también te vendió como un trofeo a uno de tus abusadores.
—¡¿Qué dices?! —su voz se quebró en un alarido.
—¿De verdad no lo sabías? Federico James nunca existió. Al igual que tú, Aldo jugaba con una máscara. Des