—No entiendo por qué no puedo ir contigo, aquella también es mi casa —decía Jaya mientras perseguía a su marido, quien transitaba por el pasillo de habitaciones del enorme piso que compartían en la capital inglesa, dirigiéndose a la sala, listo para salir.
Jaya ralentizó el paso cuando vio a uno de los hombres de Karim de pie en medio del salón de estar; era el mismo sujeto que fumaba a cada rato y que ahora se encargaba de cuidarla a ella.
—¿Qué hace él aquí?
—No preguntes estupideces, Jaya. Viajaré con Germán, necesitamos estar presentes en esa reunión. ¿Crees que te dejaré sola aquí? —Señaló a su empleado, quien serio, asintió a modo de cortesía hacia la mujer que no le gustaba nada la idea.
—No entiendo por qué te vas a Bakú sin mí. Además, me prometiste que iríamos a Bombay esta semana.
Karim se detuvo y suspiró.
Se acercó a ella, acarició su rostro.
—Sé que te lo prometí. Estoy consciente que lo del hotel debe agilizarse y este viaje nos ayudaría a resolver nuestros proble