Capítulo 112. Esposo, oíste mal, adoro a mi suegra.
— Al fin se comportan como nuera y suegra, ya me parecía raro que se llevaran tan bien — comentó Sebastián con una voz ronca por el reciente despertar, y con una sonrisa apenas contenida.
— ¡No seas tonto! — replicó Lizbeth, bostezando y estirándose como un gato al sol.
— Pero acabas de expresar lo fastidiosa que es, ¡te escuche!— insistió Sebastián, provocando que ella hiciera una serie de gestos cómicos y disfrutando claramente de molestarla un poco con sus insinuaciones.
— Esposo, oíste mal, adoro a mi suegra — alegó ella, intentando arreglar las cosas, aunque su tono sugería lo contrario y a sabiendas de que Sebastián disfrutaba del pequeño caos.
— No lo creo, le diré que te parece irritante — Sebastián fingió un tono pensativo, tocándose el mentón.
— No te atrevas, o tendrás que volver a dormir en el suelo, como cuando éramos un matrimonio falso — lo contraatacó Lizbeth, recordando días pasados.
El desafío pareció calar en Sebastián, quien simplemente se encogió de hombros, incap