Byron
Lilly, mi padre y Amelia me miraban expectantes cuando llegué a la sala. Yo trataba de tener una expresión neutral para dar más suspenso a la situación; sin embargo, me ganó una risa nerviosa.
—Habla de una vez, hijo —me pidió Amelia, nerviosa—. ¿Qué te dijo Landon? ¿Está todo bien?
—No sé cómo decirlo —respondí.
—Con todo respeto, suegro —dijo mi mujer, muy enojada—. Le voy a dar en la cabeza a su hijo.
—Adelante, Lilly —refunfuñó él—. Dale con uno de los tacones de Amelia.
—Oh, no, son Jimmy Choo —masculló la aludida—. Hijo, habla.
Tomé una bocanada de aire de manera dramática. Todos los demás contuvieron la respiración.
—¡Regresan al país! —exclamé.
Los tres se levantaron, lanzando gritos de euforia.
—Sí, se murió esa m*****a rata de Thane y todos vamos a ser felices. Ya no corremos peligro, los mafiosos se encargarán de lo suyo.
A pesar de que esperaba alegría, los tres detuvieron su celebración y fruncieron el ceño.
—¿Cómo? —preguntó mi padre, consternado—. ¿Thane murió?
—Sí