Lyra
El mayor desafío de mi vida hasta ese momento había sido el parto de mis mellizos, y no había pensado en la posibilidad de pasar por algo aún más aterrador. En ese momento pensaba en su derecho a vivir, en que tenía que esforzarme por traerlos bien al mundo, en todo lo que tendrían que vivir.
Sin duda, era una ignorante en aquel entonces. El parto no se podía comparar con esto, donde no solo yo tenía miedo por ellos, sino que ellos también lo tenían por sus vidas. El hecho de haberlos perdido durante su nacimiento me habría matado en cuerpo y alma, pero solo a mí.
«Por favor, tengo que salvarlos», pensaba cada poco, cuando los escuchaba llorar. Ekaterina y yo nos deteníamos cada pocos pasos para consolarlos, esperando que su inteligencia les hiciera entender que aquello era necesario para salvar nuestras vidas. No obstante, todavía eran dos pequeños e inocentes seres que no comprendían la violencia, el odio o el terror. Habían estado a salvo en mi vientre y en aquel palacio, así