Narración en tercera persona.
Olivia sin pensárselo dos veces, asintió lentamente, con una sonrisa tímida pero genuina curvando sus labios.
—De acuerdo —Susurró, su voz apenas audible sobre el agua. —Me mudaré contigo.
Lion sonrió satisfecho y luego aumentó la potencia de la regadera. El vapor del agua caliente se elevaba como una cortina sedosa, envolviendo sus cuerpos en una intimidad brumosa. Lion no se apresuraba. Cada movimiento era deliberado, una ceremonia lenta de redescubrimiento. Sus manos, aquellas mismas que maneja su imperio con fría precisión, se deslizaron por los hombros de Olivia con una reverencia que le erizó la piel. Con dedos que ahora conocían la paciencia, desabrochó uno a uno los botones de su vestido, exponiendo su piel al aire húmedo y a su mirada devoradora.
—Cada parte de ti me pertenece. —Murmuró contra su nuca, su aliento caliente contrastando con el vapor. —Y yo te pertenezco a ti.
El vestido cayó al suelo empapado, seguido por su coleta de cabello. Oliv