(Narración en tercera persona)
La mansión de la familia Winchester estaba envuelta en una tensión palpable. La luz del atardecer se filtraba por los altos ventanales del salón principal, pintando las paredes de un dorado agonizante. Jennifer, la madre de Caleb, era una mujer de porte elegante, pero mirada fría, apretaba entre sus manos una copa de cristal tallado mientras espera a su hijo. Sus labios estaban sellados en una línea delgada de desaprobación. Cuando Caleb entra, vestido con un traje impecable, pero con el ceño marcado por la irritación, ella no pierde tiempo.
—No te cases con ella, Caleb. No es lo que mereces. —Ordenó Jennifer con voz serena pero cargada de firmeza.
Caleb se detiene, con los músculos de su mandíbula tensándose, respira hondo, como si ya hubiera tenido esta conversación demasiadas veces.
—Ya hemos hablado de esto, madre. Mi decisión está tomada. —Respondió Caleb en tono frío y cortante.
Jennifer bajó la cabeza pensativa y avanzó un paso, con la copa relu