Capítulo 35
Justo cuando estaba a punto de llegar, vio cómo la gran puerta eléctrica comenzaba a cerrarse lentamente.

A su lado, Hans también había corrido, cargando a Mía en sus brazos. La pequeña había tropezado mientras intentaba seguir a Gabriela, y Hans la había recogido al vuelo.

—Señorita García, ¿qué está haciendo? La niña está enferma, necesita descansar. No puede llevársela así, sin avisar. ¡Esto no tiene sentido! —El jefe de los guardias, que resultaba ser el esposo de María, los había alcanzado. Miró a Concha con desprecio y pensó para sus adentros: «Estos niños discapacitados siempre son un problema.» Sin embargo, su tono intentaba mantener las apariencias.

—¡Ustedes maltratan a estos niños! Ya llamé a la policía —gritó Hans, poniéndose delante de Gabriela para protegerla de los guardias que se acercaban.

De repente, desde la caseta de vigilancia, alguien lanzó un ladrillo en su dirección.

—¡Gabriela! —Alguien gritó desesperado.

Gabriela intentó esquivar el proyectil, pero fue demasia
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