Capítulo 36
—Solo es un malentendido. Los niños son traviesos, ¿por qué llamar a la policía? —María comenzaba a perder el control, el pánico era evidente en su voz.

—¡Señor Saavedra! ¡Señor Saavedra! Esto es un accidente... sobre la inversión... —intentaba justificarse, pero su voz se apagó cuando Álvaro abrió la puerta del coche para que Gabriela subiera. Protegiéndola, guio su cabeza para evitar que se golpeara al entrar.

Antes de que María pudiera decir algo más, Álvaro la fulminó con una mirada fría y dominante que la dejó paralizada. No hacía falta más. En ese momento, María comprendió lo que significaba. Estaba acabada.

***

El Maybach avanzaba por la carretera hacia el hospital. En el asiento trasero, Gabriela tenía el rostro pálido, pero toda su atención estaba en Concha. Con una mano, acariciaba el rostro enrojecido y febril de la pequeña.

Gracias al abrigo de Gabriela, Concha había entrado en calor y, poco a poco, abrió los ojos.

Gabriela le sonrió de inmediato. “No te preocupes, Concha,
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